Según datos oficiales de abril, 1,4 millones de argentinos viajaron al exterior, mientras que menos de 700 mil turistas extranjeros visitaron Argentina. Este desbalance representa una salida neta de personas y divisas que afecta las reservas del Banco Central y complica la balanza de pagos del Gobierno.
El turismo internacional en Argentina continúa evidenciando un marcado desequilibrio que preocupa a las autoridades económicas. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), durante abril salieron del país 1.425.600 argentinos, en tanto que ingresaron únicamente 699.300 visitantes extranjeros. La diferencia de 726.300 personas refleja no solo un déficit en la cantidad de turistas, sino también una fuga constante de divisas que golpea las reservas del Banco Central.
Este fenómeno, que ya había mostrado su impacto durante la temporada de verano, se mantiene como un desafío estructural para la economía nacional y un foco de atención para el Gobierno de Javier Milei, que busca mejorar la balanza de pagos.
El turismo emisivo crece, con destinos cercanos y económicos como preferencia. De las salidas registradas en abril, 881.200 correspondieron a turistas que pernoctan en sus destinos y 544.400 a excursionistas que cruzan la frontera sin quedarse a dormir. Este total supone un incremento del 30,5% respecto a abril de 2024.
Brasil, Chile y Paraguay concentran la mayor parte de los viajes, países que no solo atraen por sus atractivos turísticos sino también por precios convenientes para compras. En cuanto a los medios de transporte, más de la mitad de los argentinos opta por viajar por vía terrestre, seguido por los vuelos y, en menor medida, por vías fluviales o marítimas.
Por otro lado, el turismo receptivo muestra una tendencia opuesta. La llegada de visitantes extranjeros cayó un 9% interanual en abril. Uruguay, Brasil y países europeos son los principales emisores de turistas, aunque la cantidad de visitantes sigue lejos de equilibrar la cifra de argentinos que salen del país.
La brecha entre turistas que salen y entran genera un déficit turístico persistente, que representa un obstáculo para la entrada de divisas y la estabilidad económica. Durante el verano, la diferencia fue aún mayor: en enero y febrero salieron 3,7 millones de argentinos, mientras que solo ingresaron 2,15 millones de extranjeros, lo que implica un saldo negativo de 1,59 millones.
Esta tendencia estructural en el turismo plantea un desafío para las políticas económicas y de promoción turística, ya que las divisas que ingresan por visitantes extranjeros no alcanzan a compensar las que se pierden por el creciente turismo emisivo.
El reto para el Gobierno es diseñar estrategias que incentiven la llegada de turistas y, a la vez, reduzcan la fuga de viajeros al exterior, en un contexto donde la recuperación económica depende en buena medida del equilibrio en la balanza turística.